Traducción de "El cuervo" por Juan Antonio Pérez Bonalde (Biografía)
EL CUERVO
Una fosca media
noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de
olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repente a mi
puerta oí llamar:
como si alguien, suavemente, se pusiese con
incierta mano tímida a tocar: «Es—me dije—una visita que llamando está a
mi puerta:
eso es todo y nada más!»
¡Ah! Bien claro lo
recuerdo: era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda
enviaba al suelo.
Cuán ansioso el nuevo día deseaba, en la
lectura procurando en vano hallar
tregua a la honda desventura de la
muerte de Leonora,
la radiante, la sin par virgen pura a quien Leonora
los querubes llaman, hora ya sin nombre... ¡nunca más!
Y
el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras me aterraba,
me
llenaba de fantásticas pavuras,
de tal modo que el latido de mi pecho
palpitante procurando dominar,
«es, sin duda, un visitante—repetía con
instancia— que a mi alcoba quiere entrar: un tardío visitante a las
puertas de mi estancia...
eso es todo, y nada más!»
Paso a paso, fuerza y bríos fue
mi espíritu cobrando:
«Caballero—dije—o dama: mil perdones os
demando;
mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza me vinisteis a
llamar,
y con tal delicadeza y tan tímida constancia os pusisteis a
tocar,
que no oí»—dije—y las puertas abrí al punto de mi estancia;
¡sombras
sólo y... nada más!
Mudo, trémulo, en la sombra por
mirar haciendo empeños,
quedé allí, cual antes nadie los soñó, forjando
sueños;
más profundo era el silencio, y la calma no acusaba ruido
alguno...
Resonar sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella
hora
yo me puse a murmurar, y que el eco repetía como un soplo: Leonora...!
esto apenas, ¡nada más!
A mi alcoba retornando con el alma
en turbulencia, pronto oí llamar de nuevo,—esta vez con más violencia,
«De
seguro—dije—es algo que se posa en mi persiana; pues, veamos de
encontrarla razón abierta y llana de este caso raro y serio, y el enigma
averiguar. ¡Corazón! Calma un instante, y aclaremos el misterio... —Es
el viento—y nada más!»
La ventana abrí—y con rítmico
aleteo y garbo extraño
entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de
antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto, con aspecto
señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta de mi
puerta el cabezal;
sobre el busto que de Palas la figura representa, fue y
posó se—¡y nada más!
Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi
tristeza
con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
y le dije:
«Aunque la cresta calva llevas, de seguro no eres cuervo
nocturnal, viejo, infausto cuervo obscuro, vagabundo en la
tiniebla...
Dime:—« ¿Cuál tu nombre, cuál en el reino plutoniano de la
noche y de la niebla?...» Dijo el cuervo: «¡Nunca más!.»
Asombrado
quedé oyendo así hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no
expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo
criatura que lograse contemplar ave alguna en la moldura de su puerta
encaramada,
ave o bruto reposar sobre efigie en la cornisa de su puerta,
cincelada,
con tal nombre: «¡Nunca más!».
Mas el cuervo, fijo,
inmóvil, en la grave efigie aquella, sólo dijo esa palabra, cual si su
alma fuese en ella vinculada—ni una pluma sacudía, ni un acento se le oía
pronunciar... Dije entonces al momento: «Ya otros antes se han
marchado, y la aurora al despuntar, él también se irá volando cual mis
sueños han volado.»
Dijo el cuervo: «¡Nunca más!»
Por
respuesta tan abrupta como justa sorprendido, «no hay ya duda
alguna—dije—lo que dice es aprendido; aprendido de algún amo desdichado a
quien la suerte persiguiera sin cesar, persiguiera hasta la muerte,
hasta el punto de, en su duelo, sus canciones terminar y el clamor de su
esperanza con el triste ritornelo de jamás, ¡y nunca más!»
Mas el cuervo
provocando mi alma triste a la sonrisa, mi sillón rodé hasta el frente al
ave, al busto, a la cornisa; luego, hundiéndome en la seda, fantasía y
fantasía dime entonces a juntar, por saber qué pretendía aquel pájaro
ominoso de un pasado inmemorial, aquel hosco, torvo, infausto, cuervo
lúgubre y odioso al graznar: «¡Nunca jamás!»
Quedé
aquesto investigando frente al cuervo, en honda calma, cuyos ojos
encendidos me abrasaban pecho y alma. Esto y más—sobre cojines
reclinado—con anhelo me empeñaba en descifrar, sobre el rojo terciopelo
do imprimía viva huella luminosa mi fanal—terciopelo cuya púrpura ¡ay!
jamás volverá ella a oprimir—¡Ah! ¡Nunca más!
Pareció me
el aire, entonces, por incógnito incensario que un querube
columpiase de mi alcoba en el santuario,perfumado—«Miserable ser—me
dije—Dios te ha oído, y por medio angelical, tregua, tregua y el olvido
del recuerdo de Leonora te ha venido hoy a brindar: ¡bebe! bebe ese
nepente, y así todo olvida ahora. Dijo el cuervo: «¡Nunca más!»
«Eh,
profeta—dije—o duende, mas profeta al fin, ya seas ave o diablo—ya te
envíe la tormenta, ya te veas por los ábregos barrido a esta
playa, desolado pero intrépido a este hogar por los males
devastado, dime, dime, te lo imploro: ¿Llegaré jamas a hallar algún
bálsamo o consuelo para el mal que triste lloro?» Dijo el cuervo:
«¡Nunca más!»
«¡Oh, Profeta—dije—o diablo—Por ese ancho
combo velo de zafir que nos cobija, por el mismo Dios del Cielo a quien
ambos adoramos, dile a esta alma adolorida, presa infausta del pesar,sí
jamás en otra vida la doncella arrobadora a mi seno he de estrechar,la
alma virgen a quien llaman los arcángeles Leonora!» Dijo el cuervo:
«¡Nunca más!»
«Esa voz,
oh cuervo, sea la señal de la partida.
grité
alzándome:—¡Retorna, vuelve a tu hórrida guarida, la plutónica ribera de
la noche y de la bruma!... de tu horrenda falsedad en memoria, ni una
pluma dejes, negra, ¡El busto deja! ¡Deja en paz mi soledad! ¡Quita el
pico de mi pecho! De mi umbral tu forma aleja...» Dijo el cuervo:
«¡Nunca más!»
Y aún el cuervo inmóvil, fijo, sigue fijo
en la escultura, sobre el busto que ornamenta de mi puerta la
moldura... y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo, las
visiones ve del mal; y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo arroja
trunca su ancha sombra funeral, y mi alma de esa sombra que en el suelo
flota...¡nunca se alzará... nunca jamás!
FIN.
Juan Antonio Pérez Bonalde
(1887)
por Gustave Doré (1882)
The Raven (1845)
Once upon a
midnight dreary, while I pondered, weak and weary,
Over many a quaint and
curious volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly napping,
suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at
my chamber door.
"Tis some visitor," I muttered, "tapping at my chamber
door,
Only this, and nothing more."
Ah, distinctly I
remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember
wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow; vainly I
had sought to borrow,
From my books surcease of sorrow, sorrow for the
lost Lenore,
For the rare and radiant maiden whom the angels name
Lenore,
Nameless here for evermore.
And the silken sad
uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me - filled me with
fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the beating of
my heart, I stood repeating,
"Tis some visitor entreating entrance at
my chamber door,
Some late visitor entreating entrance at my chamber
door;
This it is, and nothing more."
Presently my soul
grew stronger; hesitating then no longer,
"Sir," said I, "or Madam, truly
your forgiveness I implore;
But the fact is I was napping, and so gently
you came rapping,
And so faintly you came tapping, tapping at my chamber
door,
That I scarce was sure I heard you", here I opened wide the
door;
Darkness there, and nothing more.
Deep into that
darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting,
dreaming dreams no mortals ever dared to dream before;
But the silence
was unbroken, and the stillness gave no token,
And the only word there
spoken was the whispered word, "Lenore!"
This I whispered, and an echo
murmured back the word, "Lenore!"
Merely this, and nothing more.
Back
into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon again I
heard a tapping somewhat louder than before.
"Surely," said I, "surely
that is something at my window lattice:
Let me see, then, what thereat
is, and this mystery explore,
Let my heart be still a moment and this
mystery explore;
'Tis the wind and nothing more."
Open
here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there
stepped a stately raven of the saintly days of yore;
Not the least
obeisance made he; not a minute stopped or stayed he;
But, with mien of
lord or lady, perched above my chamber door,
Perched upon a bust of
Pallas just above my chamber door,
Perched, and sat, and nothing more.
Then
this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and
stern decorum of the countenance it wore."
Though thy crest be shorn and
shaven, thou," I said, "art sure no craven,
Ghastly grim and ancient
raven wandering from the Nightly shore,
Tell me what thy lordly name is
on the Night's Plutonian shore!
"Quoth the Raven, "Nevermore."
Much
I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its
answer little meaning, little relevancy bore;
For we cannot help agreeing
that no living human being,
Ever yet was blest with seeing bird above
his chamber door,
Bird or beast upon the sculptured bust above his
chamber door,
With such name as "Nevermore."
But the
raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only
That one word, as if
his soul in that one word he did outpour.
Nothing further then he
uttered; not a feather then he fluttered,
Till I scarcely more than
muttered, "other friends have flown before,
On the morrow he will leave
me, as my hopes have flown before.
"Then the bird said, "Nevermore."
Startled
at the stillness broken by reply so aptly spoken,
"Doubtless," said I,
"what it utters is its only stock and store,
Caught from some unhappy
master whom unmerciful Disaster,
Followed fast and followed faster till
his songs one burden bore,
Till the dirges of his Hope that melancholy
burden bore,
Of "Never - nevermore."
But the Raven still
beguiling all my fancy into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat
in front of bird, and bust and door;
Then upon the velvet sinking, I
betook myself to linking,
Fancy unto fancy, thinking what this ominous
bird of yore,
What this grim, ungainly, ghastly, gaunt and ominous bird
of yore,
Meant in croaking "Nevermore."
This I sat
engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery
eyes now burned into my bosom's core;
This and more I sat divining, with
my head at ease reclining,
On the cushion's velvet lining that the
lamplight gloated o'er,
But whose velvet violet lining with the lamplight
gloating o'er,
She shall press, ah, nevermore!
Then
methought the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by
Seraphim whose footfalls tinkled on the tufted floor."
Wretch," I cried,
"thy God hath lent thee- by these angels he hath sent thee,
Respite -
respite and nepenthe, from thy memories of Lenore!
Quaff, oh quaff this
kind nepenthe and forget this lost Lenore!
"Quoth the Raven, "Nevermore."
"Prophet!"
said I, "thing of evil!- prophet still, if bird or devil!
Whether
Tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate yet
all undaunted, on this desert land enchanted,
On this home by horror
haunted- tell me truly, I implore,
Is there - is there balm in Gilead? -
tell me - tell me, I implore!
"Quoth the Raven, "Nevermore."
"Prophet!"
said I, "thing of evil - prophet still, if bird or devil!
By that Heaven
that bends above us - by that God we both adore,
Tell this soul with
sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted
maiden whom the angels name Lenore,
Clasp a rare and radiant maiden whom
the angels name Lenore.
"Quoth the Raven, "Nevermore."
"Be
that word our sign in parting, bird or fiend," I shrieked,
upstarting
"Get thee back into the tempest and the Night's Plutonian
shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath
spoken!
Leave my loneliness unbroken! - quit the bust above my door!
Take
thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!
"Quoth
the Raven, "Nevermore."
And the Raven, never flitting,
still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just
above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon's
that is dreaming,
And the lamplight o'er him streaming throws his shadow
on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the
floor,
Shall be lifted - nevermore!
Edgar Allan Poe
(1845)
Exactamente un año después que el Escritor Edgar Allan Poe publicara
en un diario de Nueva York su poema "El Cuervo" Nació en la ciudad de
Caracas el escritor Juan Antonio Pérez Bonalde. Un 30 de Enero de 1846.
Ha
sido considerado el mejor escritor de poesía lírica y del románticismo
en Venezuela, como también precursor del modernismo en el país.
Su
padre fue un destacado miembro militante del partido Liberal. Llego a
ser Senador y Presidente del Senado y desempeño el cargo de Ministro en
uno de los gabinetes.
La violencia del país y su crísis
de primera república estuvo presente durante sus primeros años de
infancia. A los quince años su familia huye de la guerra y se instalá un
tiempo en Puerto Rico en 1861, allá el joven Juan Antonio ayudará a su
padre a formar un plantel educativo y empezará a estudiar Inglés,
Alemán, Francés, Portugués, Italiano, Griego y Latín...
Al terminar la Guerra Federal en 1864 se regresan al país y meses después muere su padre Juan Antonio Pérez Bonalde.
En
una corrida de toros celebrada en Caracas fueron recitados unos versos
satíricos del poeta en los cuales ridiculizaba a Guzmán Blanco. Este al
identificarlo como autor de dichos versos le dio un plazo de ocho días
para salir del país. Tenía 24 años apenas y va solo. Deja a su madre
enferma y ya no la volverá a verla con vida.
En 1870
debido a la Guerra Civil y el régimen del Masón Antonio Guzmán Blanco
decide irse a Nueva York donde comienza su trabajo de traducción y a
sobrevivir en diferentes ocupaciones como escritor de propaganda
comercial. Su trabajo lo llevará a viajar a Europa, Asia y Africa. Desde
NY se entera de la muerte de su madre Gregoria Pereira Rubín. Esto
afectó mucho su vida y su escritura.
En ciertas noches
de Nueva York asistía a unas reuniones de hispanoamericanos en el Salón
Theiss. Es un lugar situado en la calle 14, donde tocan buena música y
se bebe cerveza. Entre los asistentes a las tertulias estaba José Martí,
el poeta cubano, el combativo periodista y político venezolano Nicanor
Bolet Peraza, el colombiano Santiago Pérez Triana y Juan de Dios Uribe.
En 1875 se agregará al grupo el poeta Jacinto Gutiérrez Coll, Cónsul
General de Venezuela en Nueva York.
En 1876 es cuando
decide regresar al país nuevamente y en el barco que lo conducía desde
Nueva York hasta Puerto Cabello es cuando escribe su primer poema
"Vuelta a la patria", inspirado en el exilio y el dolor por su madre
muerta. Al año siguiente regresa a Nueva York a recojer unos escritos
que dejó y que fueron publicados luego con el nombre de "Estrofas". Ese
mismo año debe regresar a NY después de la muerte del
presidente Francisco Linares Alcántara.
En 1879 se casa con la norteamericana Amanda Schoonmaker y con ella tienen una hija a la que llamaron Flor,
bajo la felicidad de tener una nueva familia escribe su segundo libro de poesías llamado "Ritmos" en 1880.
En
1883 su hija Flor de tres años, muere inesperadamente quedando el
escritor en un dolor que nunca logró superar, bajo ese sentimiento
escribe los poemas "Flor" y "Gloria in Excelsis".
El
escritor entra en el mundo del Opio y el alcohol y su salud se deteriora
progresivamente siendo internado durante un año hasta que recibe un
llamado de regresar al país a colaborar en el gobierno de Raimundo
Andueza Palacio, en 1889.
En un viaje a Bélgica se
enferma gravemente y después de regresar al país muere en La Guaira en
1892. En 1903 sus restos son ingresados en el Panteón Nacional...
El
cuervo de Pérez Bonalde es la primera traducción en español del poema,
traducido en sus últimos años bajo el dolor de su hija muerta y en sus
años de alcohol y drogas. Un hecho extraño es que el escritor y su
admirado Edgar Allan Poe nacieron durante el mes de Enero y murieron
durante el mes de Octubre...
Muchos de nosotros lo llegamos a conocer por la estación del metro del oeste de la ciudad de Caracas que lleva sus apellidos paternos.
Comparto en éste link una edición de "El cuervo" por la editorial venezolana "El perro y la rana" con los dibujos ésta vez coloreados de Gustave Doré (1882)
http://www.elperroylarana.gob.ve/wp-content/uploads/2017/01/el_cuervo.pdf
Comparto en éste link una edición de "El cuervo" por la editorial venezolana "El perro y la rana" con los dibujos ésta vez coloreados de Gustave Doré (1882)
http://www.elperroylarana.gob.ve/wp-content/uploads/2017/01/el_cuervo.pdf
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